La venerada imagen partió de la parroquia daliense para recibir las ofrendas de sus fieles en forma de cohetes, pétalos y perfume Minutos después de las ocho y media de la tarde, el Santo Cristo de la Luz de Dalías hacía ayer acto de presencia ante las puertas de la iglesia de Santa María de Ambrox. Como cada tercer domingo de septiembre, la imagen bendijo a sus fieles a lo largo de un desfile procesional donde el olor a pólvora y el perfume a nardo simbolizan la devoción y el sentir de miles de devotos. Es un momento ‘mágico’ tanto para los dalienses como para los peregrinos que llegan a pie hasta Dalías. Todos, sin excepción, levantan los brazos al cielo y exaltan el sentimiento que les despierta su ‘luz’. El ruido tan característico de esta festividad no se hizo esperar. Nada más salir del templo, un repique de campanas dejaba paso al disparo de miles de cohetes y al estruendo de una espectacular traca. La tierra tiembla y el cielo se ilumina. «Cada cohete, una plegaria. Cada bomba, una oración», rezan sus fieles. Es la singular bienvenida que Dalías prepara para un Cristo que concentra a cerca de 80.000 personas en su día grande. Como manda la tradición, la venerada imagen inició en la plaza del Ayuntamiento un recorrido por las principales calles de la localidad. Un desfile en procesión donde las ofrendas al Cristo se transforman en pólvora, pétalos o perfume de la mano de distintas peñas. La primera en quemar su tradicional traca en honor al Santo Cristo de la Luz fue la Peña Festivalera, a su paso por la plaza del Mercado. Tomó el relevo Antonio Lucas con su ya habitual ofrenda. Llegó, entonces, el momento de la Peña La Petalá, en la Placeta, que roció al Cristo con los pétalos de 12.000 claveles y, por primera vez, con la flor de la buganvilla. En esta misma calle, la Peña El Perfume recupera una tradición ancestral impregnando la imagen con el mejor de los perfumes, el olor a nardo. Acompañado por la Banda de Música de Dalías y la Agrupación Musical Dulce Nombre de Jesús de Granada, el recorrido del Cristo continuó por la calle Santo Cristo donde la Peña de la Luz ofreció un nuevo espectáculo de pólvora y ruido. Le siguió la Peña de la Rosa. El estallido de cohetes es una constante a lo largo de una vistosa procesión cargada de simbolismo. Las últimas peñas en manifestar su ofrenda fueron El Cohete y Amigos de la Plaza, como es tradicional. La primera lo hizo en la plaza de la Constitución y la segunda, poco antes del regreso del Cristo de la Luz a su parroquia. Simbolismo Han pasado 76 años desde que la actual imagen, obra del imaginero sevillano Antonio Castillo, llegó por primera vez a Dalías. Con una estatura que roza los dos metros, la talla es trasladada a lo largo de su procesión por un centenar de personas. Siete horas antes del inicio de la procesión, coincidiendo con la tradicional ‘bajada’ del Cristo desde el altar hasta las andas, los costaleros marcan con su pañuelo el lugar que ocuparán a lo largo del recorrido. Un acto simbólico y solemne en el que también colabora, desde hace siete años, Bomberos del Poniente. Es la cuenta atrás antes de la salida en procesión. Alrededor de las doce de la noche, los fieles se despidieron ayer de su Cristo como acostumbran. Durante su entrada a la iglesia de Santa María de Ambrox, la localidad se queda en penumbra. Bastan las bengalas, los cohetes y la ‘luz’ que irradia la tan venerada imagen. Ya en el templo, la talla regresó a su altar para recibir a cientos de devotos en su tradicional besapiés. Un castillo de fuegos artificiales puso ayer el ‘broche de oro’ a unas fiestas que el año pasado se vieron deslucidas por una explosión fortuita y que obligó a suspender el disparo de cohetes en el día grande del Cristo de la Luz.